El Secretario de Relaciones Internacionales del gobierno porteño hizo un balance del viaje a Estados Unidos.
En su plan para llegar a la Casa Rosada, Horacio Rodríguez Larreta planificó ciudadosamente su reciente visita a los Estados Unidos, donde por primera vez se mostró y habló como un presidenciable. No sólo habló con algunos de los máximos referentes del poder norteamericano acerca de su visión sobre cómo sacar al país de la crisis, sino también descubrió que interesaba su idea de gobernar tratando de superar la grieta.
En ese marco, el Secretario General y de Relaciones Internacionales del gobierno porteño, Fernando Straface, encargado de armar la agenda con contactos de alto nivel en la Casa Blanca y el Congreso, manifestó: «Lo que buscó en todo el viaje en las distintas instancias, públicas y privadas, fue explicar su concepción de cómo debería organizarse el poder político en la Argentina para tener la espalda política para llevar adelante esas reformas. El viaje fue mucho menos del “qué hay que hacer” y más sobre “cómo esta vez se puede lograr hacerlo”. Ahí es donde Horacio desarrolló toda su teoría de generar un gobierno con mucho más apoyo político que el que se necesita para ganar la elección. Lo recibían con atención porque es una mirada innovadora para lo que Washington tradicionalmente escucha, que es plantearle que la verdad está de un solo lado».
Además, agregó: «Horacio hizo mucho hincapié en el shock de confianza internacional que Argentina tiene que lograr y que es central para el éxito del plan de reformas que el nuevo gobierno llevará adelante. Si bien no es el factor determinante, porque Horacio señaló que lo primero que tiene que hacer el nuevo gobierno argentino es la tarea propia antes de pedirle al mundo que lo acompañe con inversiones, no hay ninguna duda que un shock de confianza internacional sería clave incluso para generar crédito local de que vamos en el rumbo correcto».
«No hay ninguna duda también de que tenemos una oportunidad de generar un plan de desarrollo como quizás no teníamos hace 100 años, cuando fuimos el granero del mundo. Ahora todo dependerá de que podamos organizarnos», sentenció.
Al referirse a cómo conseguir restablecer la confianza en el país, Straface precisó: «Algo que nos llamó mucho la atención fue cómo en varios interlocutores del Congreso, del sector privado, de los think tanks, era muy evidente la marca que había dejado la visita de Alberto Fernández a Rusia: el presidente argentino fue a Rusia tres semanas antes de la invasión a Ucrania a decir que nuestro país podía ser su puerta de entrada en América Latina. Esa confianza internacional está muy deteriorada de la Argentina y Horacio en varias instancias habló de que la Argentina tiene que recuperar, tiene que producir cuando empiece el nuevo gobierno un shock de confianza internacional y para eso planteó cuatro o cinco cosas que todos escucharon con mucha atención».
Y explicó: «Uno, reestablecer la relación con Brasil. Coincidían en Estados Unidos que la llegada de Lula a la Presidencia podía tender un mejor puente en la relación de Estados Unidos con Brasil y de Brasil con el resto de la región. Segundo, Horacio hizo mucho hincapié en acelerar una vez que asuma el nuevo gobierno, y justamente en tándem con Brasil, la aprobación del acuerdo Unión Europea-Mercosur. Tercero, acelerar todo lo que se pueda y que este gobierno frenó el ingreso de la Argentina a la OCDE. Y cuarto, tener una posición mucho menos contradictoria y ambigua de parte de Argentina respecto de las democracias en la región. Sobre todo en Venezuela, Nicaragua y Cuba, y a partir de ahora Perú, donde ahora el gobierno argentino empieza a darse vuelta en un proceso similar a lo que hizo al principio con lo de Rusia-Ucrania. En Perú está ocurriendo algo feo, parecido a la guerra civil, a nuestro 2001».
En referencia a la posibilidad de que lleguen inversiones a la Argentina, el funcionario porteño indicó: «Las oportunidades son muy explícitas y hay una ecuación de negocio posible muy obvia en los cinco motores del crecimiento que todo el mundo ve: alimentos, energía, especialmente Vaca Muerta, y minerales, sobre todo litio y cobre; turismo e industrias basadas en el conocimiento. Ahora, dadas estas oportunidades el problema es que no ven un clima de negocios y un estado de reglas económicas, regulatorias, que propicien la inversión».
En ese contexto explicitó: «El interés mayor en la reunión que tuvimos con las empresas fue por entender cómo era lo que Horacio se estaba planteando primero para estabilizar la economía porque también todo el mundo entiende que con estos niveles de desequilibrios fiscales, de vencimientos de deuda incluso local, de tipos de cambio distintos, es muy difícil explicar cómo funciona la economía argentina. Imagínese un presidente de filial local que tiene que explicar a su sede central la cantidad de tipos de cambio o la repatriación de dividendos que hay en la Argentina. Y segundo, las cuestiones más vinculadas a inversiones que son de mediano plazo, Horacio les respondía con el dispositivo político que asegure alguna continuidad de reglas de juego. La semiplena certeza de que las reglas con las cuales hoy llegan no te las van a cambiar mañana».