Fue símbolo cultural de la Ciudad, la dirigió Natu Poblet hasta su muerte en 2017. Reúne 6.000 y el piano de Sandro. La iniciativa es de Raquel Rodrigo, que también recuperó El Tropezón y apunta a salvar el Teatro 35 a pocas cuadras.
Poner en valor y reabrir Clásica y Moderna parecía un sueño, pero desde el lunes se hizo realidad. Raquel Rodrigo es el alma mater de este proyecto, que busca iluminar de nuevo uno de los reductos culturales y gastronómicos más queridos de la Ciudad.
Rodrigo recuperó también El Tropezón hace seis años, otro emblema porteño. Es docente y fundadora de una escuela modelo en Morón. Es además parte de una Pyme familiar de alimentos.
Clásica y Moderna había cerrado en 2019 con muchas deudas. “Clásica tiene mucho que ver con la historia de El Tropezón. La clave es recuperar estas joyas de Buenos Aires que están cerradas por distintas razones. Yo amo lo porteño y me parece fundamental reabrir estos espacios. Un día pasé por Clásica y Moderna, en avenida Callao 892, y vi que las cortinas estaban bajas, muy feas, con grafitis, y me pregunté por qué estaba cerrado. Allí comencé a buscar a la dueña de la propiedad y le dije que quería comprar o alquilar. La familia, que es del interior, no quiso vender, pero aceptó alquilarme el espacio y yo compré todo lo que está adentro”, cuenta Rodrigo. Previo a todo, hubo que resolver el entuerto judicial –que no era menor– y a partir de allí puso manos a la obra.
Este año, recuerda Rodrigo, “se cumplen 85 años desde que Emilio Poblet la fundó como librería. Dios siempre me pone estas cosas en las manos”. Hubo que realizar muchos trámites judiciales para liberar el pesado embargo que había sobre Clásica, hasta que Raquel obtuvo la llave para levantar la persiana y entrar al reducto cultural al que Natu Poblet le imprimió un sello propio.
Rodrigo se alegra porque uno de los rescates que se hizo fue el del piano de media cola, un regalo de Sandro a Clásica y Moderna. “Tenían un piano vertical y Sandro les regaló este otro que es precioso y está en muchas fotografías”, narra. Todo fue recuperado, restaurado y puesto en valor. Llevó su tiempo, con una inundación hace unos días que hubo que sortear con mucha ayuda, “éramos 16 personas limpiando y poniendo a punto durante doce horas para llegar con la fecha de reapertura”, cuenta con orgullo.
“La librería está intacta”, cuenta Rodrigo. Todo estaba como si el espacio no hubiera estado cerrado tanto tiempo. Como si el espíritu de Natu se hubiera quedado cerca de lo que más amó en la vida –los libros– hay más de 6.000 volúmenes en perfecto estado de conservación. Salomé Quiroga será la bibliotecaria al frente de la biblioteca, mientras que Adrián Aguilera será el chef a cargo de la cocina.
“No tienen olor a humedad, no fueron comidos por las polillas, la librería tuvo un ángel aparte porque se conservó tal cual y no hubo que tirar ni un solo libro”, dice. Una de las anécdotas que conmueve a Raquel Rodrigo es que el último sábado, mientras se acondicionaba Clásica y Moderna para su reapertura, “pasaban los vecinos, no uno o dos, sino muchos vecinos, mucha gente que nos decía que era una felicidad y una alegría que volviera Clásica. Eso me da mucha fuerza para seguir”, dice.
Lo mismo le pasó con la reapertura de El Tropezón, que llevaba 34 años cerrado, cuando Raquel puso manos a la obra. “Vi mucha gente llorando de emoción cuando reabrimos las puertas”, recuerda.
En marzo de 2024 Rodrigo planea reabrir otro espacio cultural que supo ser un hito de la noche porteña: el antiguo Teatro 35, en avenida Callao y Corrientes. “Mi familia tiene un estacionamiento al lado y un día fui a ver la propiedad porque queríamos ampliarlo. Ahí me encontré con este antiguo teatro francés en un subsuelo. Allí debutaron Rodolfo Bebán, Virginia Lago, Norberto Suárez. Es otra joya y se va a llamar Albur, por la letra de la canción “El corazón al sur”, de Eladia Blázquez, porque lo mío es parte del azar, una suerte, y ese es el significado de albur”.
Dice la emprendedora que sólo cree en el trabajo en equipo. Y que, aunque ella es la cara visible cuenta con personas valiosas que empujan hacia adelante siempre. A la cabeza de la restauración y puesta en valor de Clásica y Moderna–así como de Albur– está el reconocido arquitecto, artista visual y escenógrafo Alberto Negrin, y Ayelén Coto coordina el equipo que trabaja con Raquel Rodrigo.